Star Wars: La senda del maestro

Star Wars: La senda del maestro

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Capítulo 1

Uniendo destinos

La Galaxia estaba en una época de paz. La  República se enfrascaba en debates políticos para mejorar el bienestar de la gente de cada planeta. Mientras algunos jedi se dedicaban a resolver problemas diplomáticos alrededor de toda la Galaxia, otros se dedicaban simplemente al estudio de la Fuerza por medio de la meditación. Por su parte, el Caballero Jedi Sentoki Kenvan volvía al Templo Jedi en Coruscant donde se disponía a informar de su negociación de paz entre los naboo y los gungan, las dos especies de inteligentes del planeta Naboo.

Sentoki Kenvan tenía 20 años, por lo que hacía muy poco que había pasado las pruebas para dejar de ser un padawan y poder estar por su cuenta. Tenía el pelo negro y rizado y los ojos de color marrón aunque no demasiado oscuro, no llevaba barba y su cara era redonda. Vestía la ropa tradicional de la Orden, con una túnica por encima. Aunque algunos de sus compañeros solían llevar máscara, a él no le gustaba.

Sentoki entró en la sala del Consejo donde los maestros le esperaban para que informara sobre los acontecimientos en el planeta.

  • Y bien maestro Kenvan ¿qué tal te fue en Naboo? – dijo el Maestro Elnar Duun sentado a la derecha del sitio central.
  • Llegué allí y convoqué a ambos líderes a un terreno neutral. Ninguno quería ceder ya que no se querían ver como perdedores ni ceder terreno. Al final logré convencerles para que llegaran a un pacto mediante el cual los naboo pueden explotar las aguas de ese lago siempre y cuando no afecte a la ciudad Gungan – contó Sentoki al Consejo mientras estos les escuchaban atentamente.
  • Perfecto Sentoki, estaremos atentos a los acontecimientos en Naboo para que la guerra no empiece otra vez – dijo Salry Wynr, Maestra jedi la cual ocupaba la silla central y era la miembro dirigente del consejo.

En ese momento entró una comunicación holográfica, en la que apareció un hombre mayor con la capucha típica de los Jedi puesta.

  • Maestra Wynr, hemos recibido una alerta de socorro del planeta Corellia pero no se ha llegado a establecer comunicación con dicho planeta- y acto seguido se cortó la comunicación.
  • ¿Ese no es el planeta donde está el Maestro Karsen? –  preguntó el maestro Lyok Turen
  • Sí, siento una perturbación en la Fuerza, algo malo va a pasar, propongo que sea Sentoki quien vaya para resolverlo – dijo la maestra Wynr –  ¿alguna objeción?

Nadie replicó, y así pues el jedi se dirigió raudo al hangar para solventar la situación cuando de pronto oyó una voz familiar que lo llamaba.

  • Sentoki, ¿dónde vas tan deprisa? – dijo la voz familiar, perteneciendo ésta a Gods Nekros, un jedi que entrenó junto a Sentoki.
  • A Corellia, ha habido una emergencia – dijo Sentoki sin pararse.
  • Solo tengo una misión de exploración, si quieres puedo acompañarte. – propuso Gods que tenía ganas de aventura.
  • No, tú ya tienes una misión, puede que te necesiten más allí. – dijo Sentoki entrando en su nave.

Entonces unas palabras aparecieron en la pantalla de su nave. El droide astromecánico asignado a esa nave le preguntaba el rumbo a seguir.

  • Hola D6, tenemos que poner rumbo a Corellia y rápido. Acto seguido despegó rumbo a la órbita del planeta donde enganchó su nave a un anillo hiperespacial.

Mientras viajaba por el hiperespacio Sentoki pensaba en llegar lo suficientemente rápido. Viendo la información sobre la misión que tenía en la nave observó que sus objetivos a buscar eran el Maestro Jedi Len-Wyr Karsen de 70 años de edad y su Padawan Eliu Seren de tan solo 17 años de edad; esperaba que estuviesen bien, al menos, hasta que llegase él.

Como cada mañana Eliu se levantó temprano para desayunar, y aunque sabía que era la comida más importante del día, ella apenas tomaba nada, pero sus entrenamientos eran exhaustivos y sabía que debía comer. Una vez hubo desayunado, se puso su túnica jedi y salió de casa dirigiéndose al templo. Vivía en una casa con su maestro, ya que aún no tenía una casa propia ni edad para tenerla. Eliu tenía el pelo negro azabache, lacio y le caía sobre los hombros. Sus ojos marrones destacaban en su cara. Aunque no era especialmente alta, tenía un cuerpo fuerte debido a su entrenamiento físico. A Eliu le encantaba ser Jedi o al menos solía hacerlo, cuando era una niña, cuando entrenaba con los maestros. Ahora que era Padawan lo detestaba, le tenía miedo a su maestro, el código decía que no había que tener miedo, pero no podía evitarlo. Su maestro le pegaba y usaba la Fuerza contra ella a la menor oportunidad, ella deseaba  oponerse a él pero sabía que aún no era lo bastante fuerte. Había pensado en irse del templo jedi, pero tampoco tenía donde ir, existía la posibilidad de acudir a otro jedi o al consejo pero su maestro era alguien importante y conocido en la Orden, ¿Quién iba a creerla a ella, a una Padawan que ni siquiera había empezado su carrera como jedi en serio?

Cuando llegó al templo, corriendo hacia el entrenamiento, se chocó con alguien debido a las prisas. Al verlo vio que era un jedi, uno bastante joven al parecer.

  • Lo siento – dijo el chico.
  • No pasa nada, yo tampoco iba muy atenta  – dijo ella agradeciendo la amabilidad – Por cierto, me llamo Eliu, ¿y tú eres?
  • Vamos Sentoki, el Consejo te ha llamado – comentó una voz por detrás
  • Ya voy Gods, ese es mi nombre, Sentoki, ya nos veremos joven Padawan –  contestó Sentoki en tono amable.


Cuando llegó con su maestro este ni la miró, simplemente le dio las espadas de entrenamiento e hizo que se metiese en una sala a entrenar junto a él. El estilo Jar’Kai que era el que practicaba su maestro no le gustaba, ella prefería pelear con una espada, pero su maestro insistía en enseñarle ese. Un par de horas más tarde, un miembro del consejo habló con su maestro y ambos acompañaron al jedi hasta la sala del consejo, allí el consejo se dirigió hacia su maestro.

  • Maestro Karsen, necesitamos que vayas a Corellia, acaban de informarnos que hay unos contrabandistas allí – informó la maestra Salry Wynr
  • ¿Contrabandistas? Esa no es tarea de un jedi, que se encargue la República –  replicó su maestro
  • Maestro Karsen, no cuestiones los motivos del consejo para entrar en esta misión, sin duda que haya llegado a nosotros es voluntad de la Fuerza. Al parecer, dichos contrabandistas poseen un cristal Kyber, no podemos dejar que caiga en malas manos, tu misión será recuperarlo –  contestó el maestro Lyok Turen.


Sendos jedi, maestro y aprendiz, emprendieron rumbo hacia Corellia. Estaba nerviosa, aunque sabía que dejarse llevar por las emociones iba en contra del Código Jedi. Pero igual ese cristal podía significar la creación de su espada láser, aunque su maestro no le dejase. Era él quien le daba dos sables que tenía, y cuando acababan las misiones se los quitaba, sabía que ese no era un comportamiento jedi, pero creía firmemente que nadie le iba a escuchar.

Una vez fueron a Corellia, se dirigieron a una cantina para escuchar historias y rumores sobre contrabandistas y sobre el cristal kyber que buscaban. Pasó bastante hasta que consiguieron algo de información ya que nadie sabía nada de ningún cristal, pero al final alguien dijo que había oído algo sobre unos contrabandistas del borde exterior que habían venido hasta Corellia. Al parecer estos tenían una mercancía de gran valor, por la que podían ganar muchos créditos galácticos. Se acercaron a esa persona, la cual dijo todo lo que sabía a cambio de un precio. Al ver la ropa, vio que eran Jedi y no les cobró tanto como solía hacer con otras personas ya que sabía que los Jedi eran poderosos. Después de pagar les contó que esas personas tenían una campamento en las afueras de la ciudad y que se quedarían al menos 6 o 7 días más.

  • ¡Vamos! –  dijo muy tajantemente el maestro Karsen.
  • Sí, maestro –  dijo Eliu.

Cuando se fueron de la taberna, necesitaban un medio para salir de la ciudad y decidieron alquilar un speeder. Durante el viaje para salir de la ciudad el maestro no medió palabra hasta que Eliu dijo algo. La relación entre ambos era muy fría, para ser Jedi. Normalmente en la Orden Jedi maestro y Padawan solían ser muy cercanos. El aprendiz recibía, no sólo órdenes, de su maestro, también consejo, orientación, entrenamiento, consuelo si hacía falta. Ella en cambio no tenía nada de eso, recibía un par de espadas cada vez que salían de misión y le eran retiradas al acabar. Cada vez que sentía alguna emoción positiva fuerte  su maestro se encargaba de aplastarla. Sin embargo miedo y rabia no hacían que su maestro reaccionara, casi era como si quisiese potenciarlas.

  • Maestro, ¿para qué quieren unos contrabandistas un cristal kyber? – preguntó Eliu con curiosidad.
  • A saber, al igual que los cristales alimentan nuestros sables láser también pueden alimentar otro tipo de arma. – respondió su maestro.
  • Pero Ilum está bien protegido y apartado, ¿Cómo han conseguido llegar y robar un cristal?
  • ¿Ni siquiera sabes eso? Niña tonta. Ilum no es el único planeta con formación de cristales. A saber dónde lo han conseguido. Y si estás pensando en que si haces bien la misión te dejaré construir tu sable láser olvídate. No tendrás sable láser al igual que no te convertirás en Jedi. Eso te lo prometo.

Aquellas palabras fueron devastadoras para Eliu, nunca le había dicho que tuviese la intención de no dejar que fuese Jedi. Si su maestro no quería dejar que se convirtiera en Jedi y el Consejo no iba a escucharla ¿Qué esperanza le quedaba?

Al salir de aquella ciudad llena de edificios observaron un campamento en el cual había varios guardias con blaster vigilando, todos habían dicho que eran contrabandistas pero estos hombres tenían más pinta y comportamientos de piratas espaciales, esto suponía un problema añadido ya que con los contrabandistas podrían haber negociado, pero con piratas no, y menos siendo jedi, sabían que los cristales eran preciados para estos.

Los jedi se dispusieron a correr hacia el centro de los piratas para ir sorprender a los vigías por detrás, pero de repente, algo les golpeó por detrás y quedaron inconscientes. Al despertar estaban encadenados a una pared, en una jaula de energía con las manos atadas y sentían que no podían gastar muy bien la Fuerza. Seguramente algún tipo de droga se lo impedía. Eliu observó que tampoco tenía su cinturón con su espada láser.

  • Maestro, ¿qué vamos a hacer ahora? –  preguntó Eliu preocupada.
  • Esperar, no podemos hacer otra cosa, de momento… –   contestó el maestro jedi.

Sentoki desembarcó en el hangar de Corellia y se dispuso a ir a la zona donde se había realizado la alerta. Esta se produjo en las afueras de la ciudad aunque no se sabía quién la había dado. Hacía dos días que el maestro Karsen y su padawan habían ido a Corellia para recuperar un cristal kyber. Preguntó en la zona si había habido actividad sospechosa en la zona últimamente, la gente le dijo que gente con pinta de contrabandistas o algo similar se había apostado en las afueras de la ciudad.

  •  ¿Contrabandistas? ¿Apostados en las afueras? – pensó Sentoki –  Si fuesen contrabandistas hubiesen ido a su base, o no son Corellianos o son piratas.

Alquiló un speeder y decidió ir a las afueras de la ciudad. Durante el camino observó la ciudad. Era una típica ciudad Corelliana, los edificios no eran  demasiado altos lo cual permitía ver el cielo, cosa que en muchos de los niveles de Coruscant no pasaba. Corellia destacaba por ser el planeta donde se construían las naves de la República, lo cual le daba bastante fama al planeta. Era un buen planeta para establecerse y vivir, sin embargo él no tenía esas preocupaciones, su vida era distinta; intercalando misión y entrenamiento, así era la vida de los Jedi.

Cuando llegó a la zona que le dijeron, observó cómo efectivamente había un campamento allí.
Decidió ir con pies de plomo, y no precipitarse, a simple vista vio a dos guardias en lo que parecía ser el campamento de los contrabandistas, pero decidió mirar un poco más y vio a varios de esos contrabandistas en los alrededores. El aspecto, las armas, la actitud, todo eso le confirmó que eran piratas. Se acercó sigilosamente a uno de los piratas y de un golpe lo dejó inconsciente. Con la Fuerza intentó correr lo máximo posible para ir a hacia el otro con el que hizo lo mismo, poco a poco se acercó a la base y afectó a la mente de los guardias mediante el truco jedi.

  • Vais a dar una vuelta – dijo Sentoki moviendo la mano
  • Vamos a dar una vuelta –  repitió uno de los piratas.
  • No pasará nada si dejáis la puerta abierta – dijo Sentoki moviendo la mano otra vez
  • No pasará nada si dejamos la puerta abierta –  dijo el otro pirata y acto seguido los guardias dejaron la puerta desbloqueada y se fueron.

Una vez desaparecieron de la vista de Sentoki, el jedi abrió la puerta y entró en el campamento. Varios contrabandistas se sorprendieron al verlo entrar y empezaron a disparar, Sentoki ya estaba preparado para esto y con el sable de luz empezó a bloquear los disparos enemigos acercándose cada vez más a ellos. Empujó a uno con la Fuerza mandandolo hasta el final del cuarto, los otro dos se metieron en otra habitación y bloquearon la puerta. Sentoki empezó a cortar la puerta y una vez la hubo tirado abajo se reanudó el tiroteo. Al entrar, Sentoki observó una especie de camilla, con una chica en ella. Por lo que observaba parecía ser una camilla de tortura, ya que había varios brazos mecánicos con agujas y otro tipo de aparatos de tortura. Seguramente la habían drogado, era lo que solían hacer con los Jedi para que no pudiesen utilizar la Fuerza, sin embargo no valían dosis pequeñas, los Jedi eran muy resistentes a drogas y venenos gracias a su poder. La ropa indicaba que aquella chica pertenecía a la Orden, Sentoki devolvió uno de los disparos matando a uno de los piratas y se acercó rápidamente al otro cortándole la mano, y el blaster del pirata.

  • Quedas detenido en nombre de la República Galáctica y en nombre de la Orden Jedi, ¿donde está el otro jedi? ¿y el cristal? –  dijo Sentoki muy serio.
  • ¡Como si te lo fuese a decir! – gritó el pirata, acto seguido se sacó un blaster de la bota, Sentoki se puso en posición de defensa pero fue inútil porque aquel hombre se suicidó con un disparo en la cabeza.
    Sin perder ni un minuto Sentoki se acercó a la camilla donde estaba la chica, liberándola y ayudándola a incorporarse.
  • ¿Cómo te encuentras? –  preguntó Sentoki mientras le ponía su capa, ya que su ropa estaba bastante rota y sucia, debido seguramente a su estancia allí.
  • Mal, han estado torturándome desde que nos capturaron- dijo la chica con una voz débil
  • ¿Qué pasó? –  preguntó Sentoki
  • Nos disponíamos a entrar, no vimos el resto de guardias que vinieron por detrás y nos dejaron inconscientes, nos quitaron las armas y nos torturaron. Hasta que esta mañana mi maestro les ofreció un trato, le daban el cristal y a cambio les diría como drogar a un Jedi para poder venderlo como esclavo. Los piratas aceptaron y mi maestro cogió sus sables de luz con la fuerza y los míos  y se marchó. – dijo Eliu entre sollozos
  • ¿Y el cristal kyber? –  preguntó Sentoki
  • Lo tiene mi maestro, pagó por él –  contestó Eliu ya más tranquila
  • Bien, tu maestro aún está en el planeta, puedo sentirlo, ¿puedes moverte bien? –  dijo Sentoki con ganas de pillar a ese jedi
  • Sí, ¿para qué?- dijo Eliu
  • Pues coge un blaster y vamos hacia la ciudad, tenemos que pillar al maestro Karsen antes de que se vaya. El blaster es para que puedas defenderte, sin duda pelearemos contra Karsen – dijo Sentoki.

Rápidamente Eliu obedeció y los dos corrieron  para llegar al speeder e ir a el Maestro Karsen. Sentoki cogió su holocrón, se lo dio a Eliu y le dijo que avisara a las autoridades sobre los piratas y que enviaran una patrulla a la posición de ese holocrón.

Cuando llegaron, su maestro estaba apunto de embarcar en la nave pero Sentoki lanzó su sable de luz hacía el maestro Karsen. Éste lo bloqueó con el suyo propio, volviendo el sable hacia Sentoki. Sentoki peleaba con su estilo Soresu y Len-Wyr con el Jar’Kai. Karsen atacaba sin cesar a Sentoki, mientras este bloqueaba todos los ataques a pesar de que el maestro Karsen peleaba con dos espadas. Eliu se quedó parada con el blaster en la mano sin tener muy claro el momento en el cual disparar debido a que ambos jedi se movían mucho. El Maestro jedi realizó un ataque de arriba a abajo con las espadas casi en paralelo, pero Sentoki lo bloqueó poniendo su espada en perpendicular a las de su rival, aunque esto hizo que el joven caballero se agachase un poco. Eliu aprovechó la oportunidad del forcejeo para disparar a su maestro, que fue esquivado con un salto con la Fuerza hacia arriba. Sentoki bloqueó el tiro con su espada láser y empujó a su oponente hacia arriba con la otra mano.

  • ¿Disparas a tu maestro? ¿Después de todo lo que te he enseñado? Hice bien en abandonarte – dijo con ira Karsen.

Eliu al oir eso empezó a disparar rafagas de disparos laser a su maestro, se podía sentir el enfado de la joven padawan. Sin embargo parecía no tener ningún efecto en Karsen que bloqueaba todos y cada uno de los disparos sin problema. Sentoki, sintió la ira de Eliu y no podía dejar que aquel Jedi obtuviese una victoria con la joven.

  • Eres una desgracia para la Orden Jedi, tú no eres un Jedi, no representas sus valores, solo buscas poder. Te dejas llevar por la ira y eso te ha conducido al lado oscuro – dijo Sentoki, mirando a Eliu en la última parte para que esta se calmase.

Continuará…

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